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El verdadero descanso


José Guillermo García
Qué reconfortante es soñar dejándonos impregnar por esos sueños, que te hacen olvidar ilusiones perdidas en noches de soledad. Sueños que te impiden mirar atrás, esperando promesas ofrecidas y no cumplidas. Sueños de esperanza, para llamar a puertas falsas, que nunca se abrirán.
Sueños que te iluminen, para entender que los problemas surgen para ser resueltos, o sueños animadores, para comprender que aunque amanezca un día nublado, no es eterno, pronto cambiará y volverá un radiante día de sol. Sueños de amor, que te liberen de la amargura del problema familiar vivido recientemente, en la confianza de que el despertar, no sea tan amargo. Sueños de triunfo, para vivir con los brazos abiertos, buscando la verdad del error, amando la pureza y luchando por un mundo mejor.
En definitiva, aprovechar los días dedicados al descanso, para intentar poner nuestro espíritu en paz, buscando en nuestros momentos de soledad y de reflexión, hablar con Jesús con una oración sencilla y sobre todo sincera.
Tener un diálogo, como se tiene con un buen amigo, sin prisas, sin palabras bonitas ni “rebuscadas”, sino poniendo todo el corazón posible, en ellas, para intentar de este modo, alcanzar la serenidad suficiente, que nos haga llegar junto a un espíritu santo, una visión y una claridad de nuestra voluntad, para no concederle importancia a las dificultades y desalientos que nos puedan surgir, al reconocernos estar, en manos de Dios.

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